Tu dos por ciento.

Cuando realmente aprendes a escribir, tu cabeza empieza a funcionar creando frases, enlazando palabras anteriormente dichas o palabras que nunca se dijeron. Sentimientos, muchos sentimientos, arrebatados o cedidos. Sobretodo una inspiración, una persona, un estado de ánimo, una traición, una lealtad. Aparentemente aprendes a escribir cuando te enseñan a utilizar un lápiz y un papel. Pero... realmente aprendes a escribir cuando eres capaz de escribir con el corazón en la mente, cada letra un latido, cada coma un abrir y cerrar de ojos, cada punto un suspiro. En la escuela te enseñan aparentemente tantas cosas. Nos dijeron lo que debíamos escribir sin dejar que nosotros decidiéramos que escribir. Esto no se aprende en las escuelas, se aprende del día a día, de tu alrededor, de observar bien cada detalle por pequeño que sea. A veces en los más insignificante encontramos la inspiración que cada uno necesita. Podría ser el amor una buena inspiración, por contra cuando el amor se vuelve odio, la inspiración pasa a ser tristeza. De tristeza a rabia, y de rabia otra vez a tristeza. Entra ahora la nostalgia que da paz mental y a la vez borra toda inspiración que encuentre en su camino. La mente se queda en blanco, nostalgia y acto seguido, el olvido. Un olvido aparente, no real. Te dices que has olvidado, pero tu mente aun piensa en todo aquello y tu cuerpo se acostumbró al calor de su corazón, a su piel junto a la tuya, a sus ojos junto a los tuyos. Se podría decir que luchas para que la cabeza olvide, pero aprendes que cuanto más luchas más recuerdas. Intentas eliminar ese calor con el frío extremo de aquel invierno, intentas eliminarlo con algo del pasado, cuanto más intentas, más te quemas. Sí, se podría decir que estás al dos por ciento. Buscas la manera de volver a ser tú mismo, quieres ser el cien por ciento de ti. Vuelves a intentar, te pasas la vida intentando hacer algo que cambie las cosas, obligándote. Pero no entiendes que no eres ese dos por ciento que piensas, tus actos definen lo que eres, eres el ciento diez por ciento, siempre ha sido así, en tus mejores rachas, en tus peores, cuando llorabas como si el mundo se hubiera partido en dos, cuando reías como si tu sonrisa viviera en una fiesta eterna. Hay cosas que por mucho que intenten cambiar, no cambian. Hay personas que quieren que besemos el suelo, pero no saben que un día tocamos fondo y no permitiremos que nadie lo cambie. Personas que nos elevan a las nubes, personas de verdad, como tú, personas que al verlas ríes y piensas: "Ellos son los de verdad." Amigos, enemigos, amores, desamores, personas que se fueron, personas que están. A todos aquellos aunque nos cueste les guardamos un asiento en nuestro corazón. No pueden quitarnos ese ciento diez por ciento, porque simplemente están sentados, observando, somos intocables. Ni la muerte podrá arrebatarnos aquello que hemos creado. Nuestros recuerdos se quedarán en la cabeza de todos aquellos a los que les guardamos un asiento. Podrán quemar estos escritos, simplemente son palabras, lo que importa son los sentimientos que hay en este escrito. Cuando se queme, el sentimiento seguirá en la ceniza de esta carta. No hay nada tan fuerte como el sentimiento. Ni nada tan fuerte como el recuerdo, como la escritura. Hay cosas que nunca cambiarán. Sé tú mismo, tu ciento diez por ciento.




Fdo. Cuervo Blanco

   

Comentarios

Entradas populares