Humilde verdad.

Maldita rutina, malditas cicatrices, maldito aquel que quiso destruir un alma noble. Un tiempo, lejos de aquí, donde nadie conozca las mentiras de esas personas sin alma, donde pueda empezar de cero, y demostrar injustamente de nuevo quien soy, por que sigo y no me rindo. Mi cabeza empieza a romperse de tanto aguantar la presión, mi corazón no da a basto, mis pulmones encharcados de tanto respirar la falsedad de las personas, mi piernas cansadas de aguantar el peso de sus mentiras y aguantar y aguantar y seguir aguantando hasta que la mentira pierda peso y gane la verdad a esta batalla. Mis pies cansados de caminar en busca de esperanza. Pero curiosa casualidad, mi sonrisa intacta. Por mucho que pase, por mucho que aguante, por muchos que vengan a destruirme, la sonrisa no se borra. Creo que ese es mi mejor arma, a ellos les duele que hayan pisoteado a este luchador, y siga en pie, visión borrosa, sangrando, sin aparentes fuerzas, y esperando a que suene la campana para seguir el combate. La mentira tan orgullosa, tan vistosa, tan intacta...cuan diferente la verdad, tan humilde, tan aplastada, destruida, tan rota, tan aparentemente sin fuerzas. Entonces suena la campana, la mentira arma su golpe tan bonito tan perfeccionado y vistoso, tan confiado... La verdad saca fuerzas de donde el ser humano ha perdido la esperanza, de la justicia, el último recurso del animal más feroz que la tierra haya podido conocer. Aparentemente la mentira parece que va a triunfar, pues es muy difícil de tumbar. Una mentira siempre será nueva, mentiras habrá infinitas pero la pobre verdad solo hay una. Al final la verdad aparentemente débil, destruye la mentira. Nunca triunfa. La justicia aplastará a todos aquellos tiranos. Mientras escapar de esta ciudad, despejar la mente, purgar la presión y renovar energías, empezar de cero. No hay razones para temer lucha hasta el final sin desmayar, la justicia actuará, tu justicia te levantará como nunca para dar el último gran golpe, ¿estáis preparados?

Fdo. Cuervo Blanco