13/02/2022 "Ella"

 ¿Por qué dejé de escribir? Tal vez porque la roca que cubría mi corazón acabó devorando la parte blanda o tal vez se apagó sin más. 

En mi castillo de Cristal, en lo más alto de una gran montaña, edifiqué muros y dentro de los muros, laberintos. Me juré a mí mismo hace años que sería impenetrable, que nadie, absolutamente nadie volvería a rozar si quiera la parte más sentimental y sensible de mi alma, que nadie tomaría el control sobre mi, ni amaría a nadie para sentirme débil. Me juré que no volvería a enamorarme, nunca más. Fui un cobarde durante muchos años. Me escondí por miedo. Pero no sentía nada, ni felicidad ni tristeza. 

Entonces llegaste tú. No sé ni cómo ni por qué, pero abriste una brecha en aquel muro de mi ciudad de hielo, con tus palabras. Resolviste los viejos laberintos que habitaban en mi mente, escuchándome. Destruiste mi castillo de Cristal, con miradas a modo de disparos. Y cuando llegaste a mi, me arrancaste el corazón y juraste repararlo y guárdalo bajo llave hasta que volviera a latir, hasta que lo poco que quedaba de mi, volviera a sangrar. 

No es que dejara de escribir por falta de inspiración, créeme cuando digo que tengo de sobra, tengo tantas historias en mi cabeza que parezco un volcán en erupción pero simplemente me dedico a soñar esas historias, a meditar en ellas, a pensar en ti a todas horas y a vivirlas.

Que fácil sería decir a la persona que amas, que la quieres, pero que difícil soy a veces y que cobarde soy siempre. Porque desde aquella noche, no pasa un solo día, ni tampoco una sola noche, sin que estés ahí, en mi cabeza, habitando, viviendo, respirando de mis pulmones, curando mis heridas mal cerradas, destruyendo mis miedos, haciendo que vuelva a ser yo.

Creo que dejé de escribir básicamente porque no quería que nadie tuviera el poder de ver mis debilidades. 

Pero el amor no es una debilidad. El amor te hace arriesgar aunque duela. Aunque pases las noches pensando en qué narices se le estará pasando por la cabeza a la otra persona y te ardan los pensamientos. El amor hace que la distancia sea simplemente un número. Hace que un corazón de piedra tenga la oportunidad de volver a latir. Hace que un cuerpo de arena vuelva a sangrar. Hace que un alma en tinieblas brille como el reflejo de una luna llena. 

No es que me hayas cambiado, me has devuelto la vida, justo en el momento en el que la dejé. Y tal vez sea pronto y pase mucho tiempo hasta que te diga que te quiero, pero no he conocido a ningún ser humano que se parezca a ti, con esa energía, con esa potencia, con esa luz capaz de revivir a cualquier alma dormida en el sueño de un mundo a oscuras. 

Ojalá poder escribir mejor, pero estoy tan oxidado… las historias están en mi cabeza pero ahora me dedico a vivir lo que sueño y tal vez esa es la razón real por la que dejé de escribir, porque un día soñé con el amor y su reconquista, entonces apareciste tú. 

Si, maldita sea, te quiero y algún día dejarán de ser letras en un blog para convertirse en palabras en mi boca, en tus labios. Y algún día, dejaremos de ser miradas para ser algo más que amigos, un corazón, una mente y dos almas. Porque algún día seré tan valiente que gritaré que te amo sin miedo a nada. Sin miedo a que me vean débil por amar y escribir sobre el amor a la mujer más maravillosa que he conocido en mi vida. Sin miedo a sentir. Sin miedo a cumplir mis sueños. Sin miedo al amor. 

Por volver a escribir, una vez más. 

Firmado Cuervo Blanco 

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