"10/02/2021"

 ¿Y si no deseo amar a nadie? ¿Y si no me imagino mi vida con otra persona? Pensé toda mi vida que mi problema era el miedo, el miedo a que me partan el corazón. Pero no, cada día de que pasa me voy dando cuenta de que no es miedo, es indiferencia. 

Es cierto, es precioso compartir tu vida con otra persona, amarla, quererla, descubrir cosas juntos, viajar... Pero la pregunta es ¿Y si jamás decide existir? 

No podemos forzar al viento para que deje de ser invisible, no podemos forzar a la lluvia para que se aguante las ganas de llorar, no podemos forzar al sol para que deje de brillar y tampoco podemos forzar el amor. 

El amor no es solo un sentimiento, es mucho más que eso, es una idea, es un plano o un mapa, pero sobre todo es un tesoro con piernas, brazos y alas. Es tan escurridizo que muchos se agotan intentando alcanzarlo. Otros se deprimen al ver que por mucho que insistan, siempre huye. 

El amor es una bestia que tiene más miedo que nosotros. ¿Nunca habéis intentado acariciar un ave salvaje? Es imposible ¿verdad? En cuanto haces un movimiento sale volando y jamás vuelves a verlo. Pero, ¿y si en vez de correr tras de él, te ganas su confianza? Esta bestia tan peculiar vive asustada porque son muchos quienes la desean, son muchos quienes corren detrás de ella y a veces las hacen daño. 

Hay quienes dicen haber atrapado a esta bestia llamada amor pero la tienen guardada en una jaula en su bolsillo. 

Es mucho más fácil que todo eso. 

Quédate quieto, mantén la calma, siéntate y mientras tiras migas de pan, espera, sigue alimentando a esa bestia. Quien sabe si algún día podrás ganarte su confianza. 

No se cuantas veces se han apoyado en mi ventana y cuantas veces las he echado. He perdido la cuenta ya. 

La gente cree en un niño que va lanzando flechas llamado Cupido, es curioso pero os aseguro que si existiera algún tipo llamado Cupido, le hubiera disparado una flecha yo a él. Porque para una vez que fui capaz de amar de verdad, para una vez que conseguí abrir mi ser a una persona, me di cuenta de que era una flecha envenenada y si no me la arrancaba me iba a matar. Aquella flecha sigue guardada en el museo del alma y me recuerda día y noche por qué la libertad es más que el amor, me recuerda que cada uno de nosotros somos amor, pero siempre anhelamos compartirlo. Somos el genio y la lámpara, y los tres deseos todavía son nuestros. 

No des caza a aquello que anhelas tener, no persigas a aquello que deseas, lucha con todas tus fuerzas para atraer la naturaleza de un corazón escapista y cuando lo tengas, persigue aquello que ese corazón escapista desea y entrégaselo. Caza, corre, lucha por Ella, pero sobre todo, jamás fuerces la capacidad de amar, sé libre y disfruta mientras puedas. 

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