Tinta eléctrica
Escribo cuando me duele por eso duele leerme, ¿verdad? Mis relatos
son paneles solares que se alimentan del oscuro y vil dolor que atraviesa mi
alma, hasta perforar el corazón. He ahí la cuestión, unos lo llaman adaptación,
yo lo llamo aprendizaje.
He desarrollado un
segundo escudo de paneles capaces de transformar esa energía negativa y
dolorosa en relatos que sacian mi sed de escritura, un mecanismo perfecto
conectado con mi cerebro, aunque tal vez sea arriesgado conectar el corazón a
la mente, tal vez mis jaquecas sean por esa conexión.
Esto me recuerda a la energía de un rayo que cae a la tierra, aún
el ser humano sigue tratando de averiguar cómo almacenar toda esa potencia sin
destruir lo que absorbe el impacto. Y me surgen preguntas al respecto...
¿Cuánta energía negativa serías capaz de absorber sin partirte por
la mitad? ¿Cuántos golpes eres capaz de soportar sin caerte? ¿Cuánto tiempo
puede sonreír una persona mientras le sangra el corazón y aparentar ser la
persona más feliz del universo?
Esta vida es una silla eléctrica y hay personas las cuales se
rinden antes de bajar la palanca y otras son capaces de destruir la máquina,
tal vez no sean los mismo que ayer, tal vez se conviertan en cicatrices
vivientes, pero de seguro la electricidad no apaga la electricidad, y nuestro
corazón es pura energía, somos impulsos, somos capaces de todo o capaces de
nada, podemos ser la energía de un rayo o la máquina que lo soporta hasta
explotar.
Fdo. Cuervo Blanco
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