Reflexiones de una noche con ojeras


En ciertos momentos de mi día dejo de hacer todo lo que esté haciendo para pensar únicamente en ti, me concentro al máximo para recordarte, no como el que recuerda una cara bonita, no, viajo al último momento en el que te vi, aquel momento en el que pude charlar contigo, me transporto por aquella línea espacio-temporal hasta construir el recuerdo, el sonido, el entorno, tú.

Es tan real que cuesta concentrarse, es tan real que pienso que puedo alcanzarte.

Vuelvo a aquel momento en el que el noventa por ciento de mi se esfuma, desaparece, y queda aquel diez por ciento tímido y con las manos detrás de la espalda para que no veas cómo estoy apretándolas con todas mis fuerzas, canalizando mi vergüenza, intentando liberar mi timidez como si fuera un cable a tierra.

¿Qué diría si fuera el cien por cien de mí y te tuviera delante, en aquel momento?

Que tienes unos ojos tan extraños pero tan llenos de luz, que tienes unos labios que dicen amar y besan verdad, que tienes una sonrisa que rompe muros, rompe barreras, tienes la sonrisa de alguien que ha ganado la batalla a esta vida, luchando día a día, diría que tu cuerpo parece esculpido por Dios directamente, hecha a mano, diría que me encanta cuando hablamos, que me encanta nuestra timidez y tu cara roja como un tomate, diría que fui un estúpido al ignorarte la primera vez, diría que me encantas pero no por tus ojos, no por tus labios, no por tu cuerpo, no por tu sonrisa, no por nosotros, no por tu adorable cara roja, ni por nuestra cómica timidez, nada de eso, me encantas porque eres luz, eres una llama en medio de la nada, alumbras y das calor al vacío, eres el canto de sirena en medio del caos, una lluvia cuando las llamas están a punto de arrasar el valle.

Si estuvieras delante mía diría que estoy enamorado de ti, que eres mi fuerza para matar las excusas, que se que contigo puedo con todo, pero de verdad.

Fdo. Cuervo Blanco 

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