Los Bibliotecarios

Año 2047, la tierra no ha sido destruida, pero casi, el hambre se desarrolló el triple, nuevas enfermedades desconocidas que "no tenían solución" salieron a la luz mientras que las enfermedades pasadas cada vez eran más mortales. Nos prometieron tanto... Las escuelas eran campos en los que se creaban pequeños supersoldados. La violencia disminuyó un 50% ya que el mundo se regía por una fuerte dictadura. Se prohibieron tantas cosas, crearon un sistema cerrado, un espacio y mundo cerrados. Sin libertad, miles de normas antinaturales propias de las máquinas. Se crearon dos mundos, el mundo de los "Caballeros" y el de las "Doncellas". Omitiendo el amor, sí, se prohibió el amor. Muchos eran enterrados por amar de verdad, aquel era el mundo en el que vivimos, pero todo cambió...una pequeña brecha fue abierta, el ser humano no estaba hecho para seguir una línea recta exacta, era imposible y alguien debía romper la brecha. 
Cierto día, Uriel acostumbrado a ir por las tardes a la gran biblioteca nacional, sentado en la misma mesa de siempre, al lado del pasillo 134 en la segunda planta, con una gran cristalera vistas a un mundo avanzado y destruido. En la biblioteca aquel que dijera alguna palabra era considerado rebelde y castigado, la ley del silencio era de la más importante. Es cierto que aunque se prohibió el hecho de amar a una persona, los libros seguían ahí, todavía más cruel, nos hablaron del amor pero nunca podríamos alcanzarlo, nos odiaban nos querían ver sufrir, era una selva en una profunda oscuridad de la que aquellos seres de la noche habitaban en ella. 
Como decía se encontraba donde siempre, a la misma hora, junto al pasillo de aquellos libros de romanticismo, donde su me te podía volar pensando en que algún día... Fue ese día, en ese momento una joven de pelo negro sedoso y suave con unos ojos grandes y con el color del cielo en el día más soleado. Se sentó junto al pasillo 137, fantasía. Él al verla quedó prendido, había leído tantos libros pero nada podía compararse aquel latido de corazón, aquel nudo en la garganta, su me te rompió barreras y lo que estaba plasmado en libros lo tradujo a la realidad. Una bella y perfecta joven, no sabía su nombre pero poco le importaba, lo único que le importaba en ese mismo instante era contemplarla, conocer las señales de aquellos latidos, aquellas pocas ganas de comer, esas miradas fijas que pasados 5 segundos se vuelven fuego, son miradas que entran en lo más profundo de aquella persona, no es una simple mirada, es romanticismo. Estuvo yendo todos los días a la biblioteca y allí estaba ella, siempre, a todas horas, pasillo 137. Amaba la lectura, pues era el único lugar donde podría dejar volar su imaginación. Se imaginaba lo que era viajar a Roma y su coliseo, París y su famosa torre, Alemania y su selva. Pero de momento todo estaba escrito y sabía que nunca podría cumplir sus sueños. Aquella muchacha cayó prendida de Uriel, se pasaban las tardes mirándose el uno al otro, sus ojos azul cielo, junto a los de Uriel color miel intenso era la imagen que tenían en común los dos. No podía comunicarse así que inventaron un lenguaje, se comunicaban mediante los títulos de los libros, sí, curioso ¿verdad? El ser humano es capaz de lo peor y de lo mejor. Aquella comunicación funcionaba muy bien, nadie sospechaba, se forjó una gran amistad, pero el corazón y esas miradas pedían mucho más que unos títulos de unos libros. 
Todo esto duró tres años y digo duró porque un 23 de septiembre a las 18:49 un guardia subió a la segunda planta de la biblioteca, y analizó a los dos jóvenes durante dos horas, sin parpadear, entendió aquella forma de comunicarse, entendió que se amaban, así que aquel guardia arrestó a los dos, les sacaron de aquella biblioteca como delincuentes, mientras aquel gran edificio y aquellos que habitaban en el seguían con un corazón y lengua dormida. Fueron detenidos por amar, y separados, más todavía. A ella la enviaron a Brasil, a él a Inglaterra. Pasó el tiempo, todo iba a peor, pero el ya era un hombre, bien formado en las mejores escuelas y con un buen trabajo, supo elegir su trabajo, ser arquitecto, y un arquitecto reconocido. Supo elegirlo porque todo lo que hacía era por y para ella, nunca de olvidó de ella, las 24 horas del día. Mandó construir dos increíbles y enormes faros con una potente luz en la costa de Brasil e Inglaterra. Todo para que cada noche supiera que está ahí. Que no de ha olvidado. En una entrevista dejó pistas del motivo de aquella construcción, ya que el mundo no se explicaba el porque tanto dinero invertido en dos faros, incluso en aquella entrevista mencionó un título de un libro, el primer libro que utilizó para comunicarse con ella. 
Durante 4 años subía todas las noches esperando una respuesta, pero nada... ninguna señal, ninguna señal dentro de aquel círculo de luz. Pensaba que ella estaría pensando en otro, o simplemente de había olvidado, o simplemente no sentía ya nada, o peor aun...ya no estaba en este mundo... Uriel era una estrella con luz propia, un ejemplo para los demás, una figura importante, pero era simplemente otro más, hacía lo que podía, pero sabía que podía dar mucho más, podía dar el 100% pero se relajó, todo lo que leía de aquellos libros, aquellos amores imposibles debía transformarlo a la realidad, de trataba de luchar por lo que tanto quería. Por lo tanto mandó destruir aquellos faros, porque para el representaban su conformismo estúpido. Mientras ella estaba muy enferma, cuando fueron separados una enfermedad se apoderó de su alma, estaba destrozada, lloraba cada segundo, sufría, sufría demasiado, su pelo envejecido gris, sus piernas poco podían moverse, su corazón latía pero a un ritmo constante, sin altibajos, en una línea rutinal y aburrida. Se pasaba el día medio drogada por unas pastillas que le había recetado el médico, su depresión iba en aumento. Por aquella razón no pudo ir al faro, pero nunca le olvidó, nunca.
El ser humano se mueve por corazonadas, muchas veces fallamos, muchísimas, pero esta vez Uriel acertó y puso rumbo a Brasil. Quería tener nuevas de ella, así que vendió toda su fortuna, todo lo que tenía y fue a vivir a Brasil. La buscó durante mucho tiempo, casa a casa pero no la encontró. Pero ¿se dio por vencido? De eso nada, a buscó sin descanso y cierto día en una calle muy muy estrecha escuchó unos gritos, gritos de dolor, de pena. Una muchacha débil, con ojeras, mirada pérdida, se hallaba apoyada en la barandilla de aquel balcón. Lloraba muy fuerte, tan fuerte que sus lágrimas eran espesas y frías como la nieve, estaba congelada por dentro, pero su mente todavía recordaba el olor a biblioteca, y aquel día que fueron arrestados, yendo a comisaría se dieron la mano, por un instante era feliz pero a la vez triste, hasta que les separaron. Cada segundo recreaba esa situación y cada detalle que había en él. 
Asustado ante la pasividad de los guardias, superó la barrera golpeándolos, subió por las escaleras y rompiendo la puerta entró en su auxilio. Era ella, tan frágil, pero tan bella y preciosa como siempre. Cuando ella lo observó, veía una figura borrosa, se secó las lágrimas para verlo, y cuando la figura se pudo ver con nitidez ella cayó de rodillas al suelo, no se lo creía, tanto tiempo... El se agachó y se tumbó a su lado, junto a ella, ella empezó a reír, su pelo fue recobrando ese color y ese aspecto tan suave como siempre, sus ojos volvieron a tener ese intenso azul, sus ojeras empezaron a desaparecer, su cuerpo digno de una bailarina era fuerte, y volvió a ser atlético y fuerte como siempre. Pero no había tiempo que perder los guardias pidieron refuerzos y si no se daban prisa serían acorralados y detenidos, no volverían a ser separados. 
La agarró y se le llevó en brazos, corriendo, superando obstáculos, salieron de aquella casa. Saltaron por el balcón a un pequeño y oscuro río. Justo en ese momento los guardias entraron por la puerta, esta vez no les atraparían tan fácilmente. Se puso precio a sus cabezas, condenados a muerte por rebeldes e insumisos, por ser diferente a los demás, por no dejarse llevar y conformarse. Huyeron de la ciudad, ¿a dónde vamos? Asustado Uriel lo preguntó varias veces, a lo que ella le puso la mano en el pecho, le miró y le dijo tranquilo, estás a salvo, entonces sacó un papel arrugado de su bolsillo. Él se quedó extrañado, parecía un mapa dibujado a mano alzada con unas coordenadas y un cuadrado en rojo muy marcado localizado en Rusia. "¿Qué es esto?" Dijo Uriel, ella le contestó "Es un refugio, donde hay personas como nosotros, un lugar donde el amanecer no conoce ningun tipo de dictadura, ni leyes ni normas, un lugar de paz, libertad, donde amar no es un delito, es un requisito, un lugar donde pueda abrazarte sin miedo a condenas, donde besarte y contemplar un despertar juntos, nuestro propio paraíso. Llevo mucho tiempo esperándote, muchos días, días tristes y largos, a veces pensé en irme allí sola, pero me arrepentiría toda la vida. Tú me complementas, no podría viajar pensando que estás ahí, el chico de la biblioteca. Ahora vayamos allí, un largo y duro viaje pero los dos hemos podido con todo, nada nos detendrá, ya nos inventaremos algo para que no nos destapen, como siempre hemos hecho, ¿qué me dices?" Uriel se emocionó, veía una puerta hacia la libertad, mirándola le acarició y fundidos en un eterno beso confirmó aquel viaje, aquella aventura. 

-"Acepto, pero antes de irme dime, como te llamas?"

-Ella dijo, "Me llamo Neferet, poco común lo sé..."

- Interrumpiéndola dijo "Precioso..." 

-"¿Por qué te fijaste en mí en aquella biblioteca?"

-"Hay miradas que penetran en lo más profundo del alma y yo tengo esa mirada, te miré, miré adentro y encontré salvación, paz, vida, encontré un paraíso perdido, un hogar, encontré a la persona por la que merecía la pena arriesgar la vida, arriesgar todo lo que tenía, perder todo por estar un día más a tu lado."

Muchos empezaron a seguir sus pasos, muchos salieron a las calles, miles se rebelaron contra aquella dictadura y sus "plazas fuertes" eran las bibliotecas, sí. Todo empezó allí, en una biblioteca, con la ilusión y los sueños ilimitados de dos enamorados. Hubo guerras, muchas, hubo muchos muertos pero poco a poco cada vez eran más, cada vez más se daban cuenta de que no vale de nada quedarse sentado, quedarse mirando mientras le arrebataban la esencia, la base del ser humano. Pasaron muchos años, varias generaciones hasta que al final, la guerra acabó, cantaban victoria en las calles, aquellos que nos intentaron deshumanizar ya no están, han abandonado la lucha para siempre. Aquella dictadura se partió, se fabricó un enorme monumento en Inglaterra de dos enamorados mirándose y en sus manos se apreciaba aquellos libros con los que se comunicaban, sí, eran Uriel y Neferet. Aquel día, un 20 de abril de 2276 se estableció como fiesta mundial, una fiesta en la que una pareja iba a una biblioteca, se ponían uno enfrente del otro, y sin hablar, escogían el libro que mejor definiera aquello que quería expresarle. Para que nunca se olvidara que un día quisieron que el ser humano no fuera humano, solo ser. Habrán más guerras, nos intentaran robar algo de nuestro ser, pero sé que habrá quienes salgan y den la cara, sé que seguirá habiendo valientes, personas inconformistas. Porque el humano, siempre vencerá al ser, nacimos seres y moriremos como humanos.



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