Vacío oculto (Parte 2)

Es extraño pues en aquel gran salto, sentí como mi cuerpo se cristalizara y a la vez se desintegrara, hasta que en un instante, justo antes de tocar el suelo, justo antes de besar en la frente a la muerte, me esfumé, desaparecí. Algo me tiró hacia arriba, como si tuviera una cuerda enganchada al sol.
Cuando desperté me encontraba en un gran árbol de cristal, era inmenso, majestuoso. Mientras, los primeros rayos de la mañana entraban de lleno creando un baile de colores a mi alrededor, me levanto y miro alrededor, precioso... A mi izquierda montañas de hielo con ese azul cielo tan característico en su interior, hielo puro... A mi derecha se mostraba un frondoso y verde bosque lleno de vida, montañas verdes en las que se puede apreciar un gran río suministrando el alimento, y en su interior flores exóticas, flores de todos los colores, peculiares, grandes. pequeñas... Delante observo un oasis en el desierto, un lago en medio de toda esa arena fina, rodeado de pequeñas flores rojas y blancas... Y detrás... detrás estaba el pasado, detrás mía simplemente veía una imagen congelada, ese salto al vacío, mi cuerpo desintegrándose en miles y miles de partículas de cristal, detrás está la ciudad oscura, donde perdido me hallaba. 
Sabía que algo extraño me ocurría, pero tenía miedo a investigar que era... Pero lo hice, analicé mi cuerpo, me observé a través del reflejo del árbol, ¿y qué vi? Cristal, cristal puro, entonces me sentí perdido de nuevo, abatido pues no comprendía nada... De repente el árbol se convirtió en un árbol seco y tenebroso, el desierto tan oscuro y frío, el hielo se evaporaba y se destruía todo lo que había en él dando paso a un sucio pantano de agua marrón, el bosque... tan oscuro y horrible... como en mis pesadillas... Mi cuerpo era una especie de aurora boreal oscura, era una sombra en el aire algo detrás mía hacía que regresara a esa imagen congelada... a mi pasado.
Ese lugar no existía, no está en el sol, no está en la luna, está en mi mente, mis sueños, mis recuerdos, mis pesadillas, mis miedos, era un lugar irreal, entonces comprendía para que estaba allí y qué debía hacer.
Aquel árbol regresó, volví a ser cristal y todos esos mundos volvieron a mi mente, la imagen congelada dejó de atraerme a ella. Destruí el árbol y todos esos trozos de cristales pasaron a ser bellas aves blancas, era increíble pues podía volar, podía hacer lo que quisiera en ese momento, en ese lugar, debía encontrarme antes de que todo pasara, antes de aquella ciudad, antes de toda aquella oscuridad donde aquella cuerda enganchada a mi tobillo se soltó, pero antes... antes debía vencer todos los miedos que tenía, declarando así la guerra al miedo.
Estuve esperando al miedo mucho tiempo, y apareció, seres, bestias, engendros horribles, tan oscuros y lunáticos a sus espaldas, su ejército. Era hora de presentar al mío, seres que radiaban luz blanca, empuñando espadas de gran longitud, una espada heterogénea, la empuñadura de titanio y el filo era una especie de nube blanca tan esplendorosa y a la vez tan poderosa. En el cielo cuervos blancos de gran envergadura. Por mucho que fuera mi mente y yo quien la controlara, nunca fui capaz de plantarle cara al miedo, nunca le vencí, pues él me controlaba a mi. Luchamos durante días, una batalla dura pero en la que teníamos ventaja, en cualquier momento el miedo podría desaparecer si yo lo dominara. Entonces esa noche me acerqué solo ante él, y allí estaba desafiante esperando, esperando que me diera la vuelta y huir de él como siempre hice, pero no, esta vez no, iba tan decidido a por él, no le quitaba la mirada de sus ojos, por momentos no tenía miedo, parece que iba dominado todo aquello que siempre me perturbó, todo a mi paso se iluminaba destruyendo enemigos y oscuridad, y ahí estoy, enfrente de él, mi cuerpo se llena de esperanza, se llena de luz, expulsando toda la oscuridad que quedaba en mi, desafiándole, por lo que el miedo se atemorizó y dándose la vuelta, se consumió en el fuerte viento mezclándose con la arena de aquel brillante desierto, dando luz a la oscuridad. 
Volé tan rápido como pude hasta el momento que buscaba en mi memoria, y lo encontré, en cada vez que me fallaron, en cada caída, en cada pesadilla, en cada bar, en cada oscuridad, en cada miedo el nudo de la cuerda se aflojaba, pues cada vez iba perdiendo esperanza, esa era la clave, la esperanza, el motor lo crea todo, capaz de levantarse cuando se vaga entre la muerte. La esperanza crea actitud, fuerza, ganas, vida, amor, paz... Llego al momento especial, y me veo tirado en una carretera, solo, estoy a mil kilómetros de mi hogar, y veo a un chico perdido, sin ganas, sin nada por lo que luchar, entonces la cuerda en ese momento se sigue aflojando hasta el punto de deshacerse, pero la agarro con fuerza y le hago un triple nudo, para que esa cuerda nunca se llega a soltar y... desaparezco.
Me encuentro subido a ese edificio tan alto de aquella ciudad, mirando al vacío, miro mis manos y era yo, era ese yo pero con ganas, con esperanza y fuerza, sin miedo a nada, todo lo que había ocurrido, ocurrió en un instante en tiempo real, entré dentro de mi y salí, encontrando aquello que buscaba. Me giré ante aquella banda, y seguí mi camino, mirando al frente, desafiante y sin miedo, tan lleno de poder y felicidad que atemorizaba aquellos pobres diablos de la noche, por lo que ellos se apartaron y me dejaron ir ante las caras de confusión. Sabía que no podría controlar el mundo pero también sabía que nada ni nadie se atrevería a controlarme, ni miedos, ni mundo, ni oscuridad, esta vez era libre, era quien debía ser. La luz volvió y de mi regreso a casa, un pinchazo terrible se adueñó de mis pies, por lo que me quité las zapatillas, tenían como piedras por dentro... pero eran trozos diminutos de cristal... ¿La fantasía superando a la realidad una vez más o un simple recuerdo?  



Fdo. Cuervo Blanco
















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