El sueño de Izaro II

Extrañado salgo de casa, pero las piernas me pesan como si hubiera estado toda la noche corriendo, que raro... Guardé la hoja dorada en mi cartera, no se por que motivo pero necesitaba llevarla encima. Me apresuro a coger el bus que me deje en el trabajo, un largo viaje pues de mi casa al trabajo son cuarenta minutos de transporte. Me quedo dormido, pero tengo una pesadilla que me hace despertarme alarmado, no la recuerdo bien, pero cuando me desperté miré por el cristal a la carretera y para mi sorpresa, no existía tal carretera. Un bosque oscuro, y en el bus ha desaparecido toda la gente. De repente el bus para en medio de la nada, se escucha el fuerte sonido del viento golpeando el cristal. El conductor se levanta, solo aprecio una sombra al fondo del autobús, cuanto más se acerca la sombra va creciendo y creciendo y parece un corpulento y enorme hombre. Se dirige hacia mi con rapidez, era un monstruo, una malformación científica, un hombre corrompido y olvidado. Me levanto y mirándole detenidamente, se detiene ante mí, y desaparece. En ese momento todo desaparece y sigo en el autobús, dirección al trabajo, miro por el cristal y es de día, por la carretera de siempre. Parece una pesadilla dentro de otra, no entiendo nada.
Llego, me cambio y empiezo a trabajar. Hoy era un día duro porque el jefe nos había mandado reparar cinco coches, coches de alta gama y con mucha responsabilidad ya que lo querían rápido y perfecto, asique jugamos con el poco tiempo que teníamos. Al acabar la jornada, manchado por la grasa de los coches, fui a lavarme la cara al baño. Y las luces se apagaron, salí para ver que pasaba y todo estaba a oscuras, llamaba a mis compañeros pero solo se escuchaba un fuerte y frío silencio. Un reflejo me llamaba la atención en el suelo de la nave, me acerqué y... sí, un espejo roto, me sonaba de algo, que extraño todo, sin luz en la cual reflejarse aquel trozo brillaba como si tuviera luz propia. Lo recogí del suelo y lo llevé conmigo para alumbrar el camino. Cuando lo toqué, noté una fuerte vibración dentro de mi ser y el espejo se apagó. Las luces se encendieron de nuevo, y me encontraba en medio de la nave, al lado de un compañero que me preguntaba que es lo que me ocurría, que estaba como asombrado y asustado a la vez. Simplemente no le respondí, me lavé la cara y me marché a mi casa.Todo me sonaba tanto... es como si fuera la segunda parte de algo grandioso y a la vez aterrador. Esa noche no pegué ojo pensando en todo lo que estaba pasando, aquel espejo, la marca en el cristal de la ventana...el autobús, la hoja dorada... necesitaba respuestas, pero ¿dónde las encontraría?
Nada tenía sentido, asique dormí un poco antes de ir al trabajo, y vuelta a la rutina. Parecía un día normal, en el trabajo bien, ese día sacamos todos los coches adelante y el jefe nos felicitó por ello, todo iba normal. Volví a casa para comer y decidí salir a dar una vuelta, una vuelta por la ciudad. Disfrutando de un relajado paseo por un parque, me paro a observar, con la mirada pérdida, esa mirada de desconcierto. La mirada de aquel niño se pierde de sus padres y los busca, una mirada de miedo y de responsabilidad. Apoyado en una barandilla que da vistas a una gran laguna verde, me giro, y observo a la gente pasar. Me senté y... algo me llamó mucho la atención. Había una mujer joven sentada en un banco de aquel parque, esta vez no era una hoja o un trozo de espejo, estaba vez brillaba su belleza. Pero había algo en ella... es como si la hubiera visto antes, como si la conociera de algo, algo muy importante. Estuve un rato pensando... hasta que caí en la cuenta, ¡era Izaro! Poco o nada me acordaba del sueño, pero su cara...difícil olvidarla. Era ella, sin duda, esos ojos, sus ojos. Apresuradamente me acerqué a ella, tan nervioso y entusiasmado que casi tartamudeaba. "¡Izaro! ¿Te acuerdas de mí? Dios mío, ¿dónde estabas metida?" Pero para mi desgraciada sorpresa ella me dijo desconcertada y medio asustada "¿Quién eres? No te conozco de nada..."
Yo estaba seguro de que era ella, y le mostré aquella hoja dorada, "¿eres tú verdad? Es imposible que no te acuerdes de mí." Ella no reconoció aquella hoja, y negó aquella historia que le conté... Un último intento... la pregunté acerca del baile. Ella me dijo que amaba bailar más que a su propia vida, se dedicaba al baile pero no de forma profesional, aunque podría competir con mucha facilidad. No tenía nada que perder asique la dije que me enseñara a bailar. Ella aceptó, aunque le costó porque todo le resultaba muy extraño, aceptó. "Tengo un pequeño salón de bailes, es antiguo pero allí es donde bailo. Se encuentra pasando la carretera del bosque al final hay una salida, si te distraes puede que no la encuentres. Es un camino de tierra que atraviesa el bosque hasta una llanura, entonces verás aquel salón de baile. Verás la luz y allí te esperaré, tu llama a la puerta y te abro, ¿vale?" Todo encajaba como en el sueño... acepté y quedamos a las 21:30 de aquella noche febril.
 Sé que era ella y no renunciaría a nada, ni me daría por vencido, se acordaba, por dentro, ella sabe quien soy.
Llegada, sigo sus instrucciones, cojo la salida por el camino de tierra, todo está muy oscuro. Me adentro por el bosque hasta llegar a una enorme llanura. Al fondo veo un gran salón de piedra, muy antiguo, y como dijo, estaba iluminado. Era igual que aquel gran salón del sueño, en el que bailamos juntos por última vez. Todo se repetía pero parecía más real. Esa noche la luna estaba donde debía estar, alumbrando como debía, parecía como si la luz solo se dirigiera a mí, iluminándome el camino. Llamo a la puerta y estaba ella, vestida con un precioso vestido azul tan cielo que se camuflaba con el blanco. Empezamos ha charlar un poco de nuestra vida, como era, que es lo que hacíamos, etc. Entonces llegó el momento y otra vez, se apagaron todas la luces, quedamos completamente a oscuras. Asustado la llamé, pero sin encontrar respuesta. En el piso de arriba, había una luz potente, azul nieve, era su vestido brillando, bajando por las escaleras poco a poco. Las paredes se convirtieron es espejos, espejos que brillaban con luz propia. Pero esta vez, la hoja dorada que llevaba en mi cartera empezó a brillar de manera salvaje, su luz me ardía. Empecé a brillar, a brillar con luz propia, una luz cálida y dorada.
"Cuervo, amado mío, ha pasado mucho tiempo, mucho tiempo para encontrarte, sabía que eras tú, sabía que no me dejarías ir. Perdóname pero quería saber si un ser humano es capaz de olvidar algo que ha amado tan intensamente, que aun no ha nacido nadie para relatarlo. Veo que no has sido capaz de olvidarme, aunque fuera un sueño, tú me amas y no te has rendido ante un no. Señor de los reinos del bosque, mi esposo, mi querido, mi mejor amigo, he estado meditando en esta decisión, pero tengo que hacerla. He renunciado a todo aquello que me compone, mi luz esta noche se apagará para siempre, no volveré a brillar más. He renunciado a seguir siendo un astro, he renunciado a mi inmortalidad para vivir un mundo contigo, he aceptado la mortalidad del hombre. Seré destructible, vulnerable, frágil, seré un humano más. Prométeme que me seguirás amando ahora y siempre, prométeme que nunca me dejarás, aun en la más penosa y terrible circunstancia. Prométeme que cuando ya no sea la mujer joven de la que te enamoraste, la mujer bella y joven, me querrás como el primer día. Protégeme entre tus nobles y fuertes brazos, manténme en tu fuerte y rocosa fortaleza, en la que siempre residiré, tu corazón cálido. Prométeme que seguiremos bailando bajo la luz de la luna por la eternidad que me concede tu mundo ¿Aceptas?"
"Izaro, te prometo que te cuidaré como si de mi propia carne se tratara. Te prometo que te querré como el primer día, como aquella noche en el bosque, porque no fuiste un sueño, ni fuiste casualidad. Sabía que tu estabas detrás de todo esto, sabía que la hoja dorada, el espejo roto... era una señal, sabía que te acordabas de mí. En un mundo fantástico, tu eras mi realidad, tú, mi amada, eras real, tan real que todavía guardo un trozo de espejo incrustado en mi corazón. Prometo protegerte de aquellos que intenten hacerte daño, prometo bailar contigo bajo la luz de luna por toda una eternidad, la muerte nos dará caza, pero nunca nos pillará dormidos. Es un gran cambio, me entristece porque dejas atrás todo... pero me alegra y me halaga saber que esa decisión es por mí, por amor verdadero, por nosotros, porque nos amamos y nada ni nadie lo cambiará. Te amé, te amo y te amaré hasta el fin de mis días. Amaré cada arruga de tu piel, amaré cada despiste, cada paso lento que des, allí estaré. Deseo pasar una vida contigo, eres tú y nadie más. Me veo y te veo con una edad avanzada, y hablando de todo lo que hicimos, aquellas locuras, recordando y recordando todo lo que hemos amado y amamos. Nos reímos y entonces como podemos, nos damos un beso eterno. Te prometo que siempre estaré ahí donde tu mirada se encuentre, donde tus latidos alcancen, donde tus pensamientos se hallen y tu corazón me llame, allí estaré amada y esposa mía. Acepto."
La encontró, la encontró para siempre y no regresar. En un baile ceremonial, con mi traje dorado y su vestido azul nieve, empezó el baile y asistieron todos los seres del reino de los bosques, asistieron todos los astros, todas las luces del reino de los cielos, el reino de lo infinito. Un baile, un último baile de luz. Cuando hubo acabado el baile, todo desapareció, las luces se apagaron y otra vez quedamos a oscuras.
Entonces me desperté alarmado, otra vez. Pensé que era un sueño y por un momento me entristecí pero mirando a mi lado estaba ella, dormida, parecía un ángel, era contemplar algo único, me tranquilicé al verla y pensando en todo lo que había costado encontrarla, sacada de mis sueños, algo especial y mágico. No quise despertarla por tanto me quedé admirándola. Cada frágil latido, cada suave respiración me daba vida, me sumía en una paz que a día de hoy no puedo explicar. La encontré, si, por no renunciar a mis sueños la saqué de mis sueños, ella me salvó. Dulces sueños.


Fdo. Cuervo Blanco

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