Cementerio de estrellas


En los ojos de aquella hermosa criatura, encerrada en el cuerpo de una mujer, pude ver la vía láctea surcar su iris, pero también vi un agujero de gusano, capaz de llevarme a un lugar inexplorado, TON 618… Tan bonito como peligroso. En su mirada habita la fórmula secreta de la bomba atómica, la caja de Pandora, la trampa más mortífera para cualquier ser humano, el botón que activa el corazón, el interruptor que enciende los fogones del amor. Aire, agua, fuego, roca, hierba… por un momento te sientes en sincronía con esta peonza que no para de dar vueltas… pero como todo… ¿qué valiente navegante se adentra en el abismo de un agujero negro? Sin datos, sin manuales, sin seguridades, sin rumbo…

Pero hubo un hombre, le llamaban “Atlas”,  dicen que surcó a lomos de una estrella fugaz. Hablan muchas cosas de ese misterioso hombre, como que nadie sabía nada de su pasado, ni de su presente, ni de su futuro… Se prensentó voluntario para atravesar aquel túnel lleno de vacío, a un rumbo desconocido… 

Atlas se enamoró de TON 618. Hay quien dice que no tenía nada que perder, otros que ahí dentro encontraría el sentido a la vida… y otros cuentan que ya se conocían…

Se montó en la nave espacial “solar parker” directo al vacío más absoluto… 

No sé qué fue de él… nadie lo sabe, pero desde que era pequeño cuando tenía que tomar una decisión siempre escuchaba una voz que me decía que tenía que hacer, como si alguien me susurrara al oído… y… nunca le di mucha importancia hasta que conocí a una mujer como la de las historias de Atlas, hermosa, valiente y… misteriosamente me atraía su pupila tan profunda, tan oscura como aquel agujero de gusano que te atrae hacia el. 
Interesante el hecho de que esas voces que escuchaba desde pequeño hayan desparecido por completo al haberla conocido, como si hubiera ahuyentado a ese ser. 
Su risa, su voz rota, sus labios, tenían tanto poder que hacían desaparecer el miedo de un hombre valiente, ¿quién eres? Me preguntaba cada noche. ¿Quién eras? Le preguntaba cada noche a esa voz que me susurraba y ya no estaba. 

Iban pasando los días y no dejaba de pensar en la casualidad de la aparición y el silencio de ambos seres, si se les podía llamar así.. Por tanto fui a una vieja biblioteca y empecé a leer acerca de las historias de Atlas, pues de pequeño mis padres me contaban su historia antes de ir a dormir todos los días… 

Me documenté bien, aunque eran historias para niños, sobre cómo el mundo personificado en un ser llamado Atlas se enamora de una estrella y cuando muere, queda un vacío terrible del cual siente que debe navegar por él como si supiera dónde le llevaría. 

Se me hizo muy tarde y el bibliotecario me dijo que tenían que cerrar, pero antes había una persona que quería hablar conmigo. Extrañado pregunté quién era… y lleno de miedo e incredulidad me señaló una puerta. 
Entré con cuidado y alarmado pues no sabía que estaba pasando y me encontré con un señor encapuchado, tenía la voz muy apagada como la de mis susurros, los ojos eran totalmente negros, su piel como si la luz nunca hubiera pasado por allí.  

Me hizo sentarme y hablarle de quién era Atlas, me preguntó mucho acerca de el y cuando terminé de contarle la historia de ese hombre, soltó una medio sonrisa misteriosa y a la vez reconfortante y dijo “hacía tiempo que no me acordaba de quién era”

- Me presento, me llamo Atlas y chico, no existen las casualidades. Hace poco conociste a una mujer de la cual estás enamorado, tiene la energía de mil soles y te mira como cada noche la luna mira a la tierra. Llevo toda mi vida viajando por universos paralelos y conduciéndote hasta este punto exacto, el punto donde la conoces. Te vi nacer, te escribí mi historia para que tus padres te la leyeran todos los días, estuve en tu primera caída, en tus heridas en las rodillas, en aquel accidente, incluso estuve en aquel lugar donde la conociste. Hijo ¿no sabes quién soy todavía? Soy Tú… y en miles de universos paralelos siempre fallas, porque no ves más allá, no te puedo decir que debes hacer pero confío que entre los 1347 “nosotros” que he visitado, tú sepas que hacer. Necesito que me liberes y solo podrás hacerlo si tomas la decisión correcta. Soy un ser atrapado en una cuarta dimensión y deseo salir de aquí, solo si mi yo del pasado toma una buena decisión, destruiré todas las demás líneas temporales que hacen que esté donde estoy, perdido en el vacío. 

- ¿Soy Atlas?

- Somos Atlas

Impactado por la noticia sentí un gran alivio pues pensaba que aquellas voces eran fruto de algún tipo de esquizofrenia y hacerla caso alimentaba más esa enfermedad. Entonces si él era real, nosotros somos reales pero ¿qué hago ahora? La amo, la deseo, la sueño todos los días… ¿qué decisión tomó el para estar donde está? Tal vez decidió rechazarla y se desmoronó, por eso viajó al agujero negro… o tal vez encontró un atajo a ese gran abismo, una puerta, una ventana enfrente de sus ojos, sin necesidad de viajar al espacio exterior. Recuerdo como él hablaba en el libro del iris y de sus pupilas… y si ella fuera el agujero negro? ¿Y si ella fuera TON 618?

Tener en la palma de tu mano la anti materia, el vacío más absoluto y a la vez más maravilloso, un milagro, una estrella a punto de colapsar… 
¿Qué hombre estaría dispuesto a renunciar a eso? 
Yo. No soy de los que se quedan con una granada en la mano que está a punto de estallar, ni me siento atraído por la fuerza del vacío, siempre e remado a contracorriente y ya tengo la espalda grande de remar. Y no, no quiero antimateria, un día fui un ser triste, apagado, muerto, anti yo mismo. De todos los viajes que hizo atlas por los universos soy el que más ha sufrido y el que más cicatrices tengo. Tal vez por eso sea el indicado para saber qué debo hacer.
Dios… la amo con locura, su belleza, su pelo, su sonrisa tan deslumbrante pero… tal vez deba elegirme a mí mismo… una sonrisa puede ser una máscara perfecta pero los ojos, los ojos son un visor del alma, son una ventana hacia el abismo del corazón de una persona, los ojos no sonríen pero no mienten. 
La vida me ha golpeado muy duro, pero esta vez elijo quererme, porque aquel vacío por mucho que me llame, creo que me destruirá y creo que es lo que le pasó a Atlas, un ser destruido por amar demasiado, por confiar en sus impulsos y no en su experiencia. 

A la mañana siguiente decidí hablar con ella y alejarla de mi vida, porque sabía que si no hacía esto, la atracción de ese agujero de gusano crecería hasta llegar a mi corazón y reventarme por dentro.

En aquel instante el mundo se detuvo, como si el tiempo hubiera decidido poner pausa a mi vida y apareció atlas. Llegó llorando y riéndose, porque aunque sabía que era dura la decisión que había tomado, era la decisión correcta, la que le iba a sacar de ese laberinto dimensional. 

Atlas por fin podría llegar a tener pasado pues cuando se rompiera aquel bucle, él volvería a nacer sin recordar nada de lo que pasó, como un atlas más. Y ella… colapsaría en el espacio, no nacería, pues ella estaba a punto de morir, como una estrella, generando un agujero negro o un gran vacío en mi corazón… o… como lo llaman otros, un cementerio de estrellas. 





Firmado Cuervo Blanco

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