Personalmente, Yo.

Suena el despertador, otro día más y en mi mesita de noche se encuentra aquella agenda que dice "ESTE ES MI AÑO" que curioso pues cada mes que pasaba me hacía más gracia ese título.
En fin, un año con destellos de luz, en las sombras, justo en la cara oculta de la luna. Tuve que romper mis cicatrices, hacer que sangraran de nuevo para poder curarlas como es debido. Tapé los huecos del corazón pues en vez de órgano parecía un compresor, estaba lleno de aire, por ello siempre estaba ahí, arriba, sin saber que un ligero golpe podría hacerme caer en los mas profundo. 

Caminé entre los callejones oscuros de mi ser y de disfraz me puse mi alma, unas noches era odio, otras rabia, otras dolor, y al terminar nunca lavé mi disfraz. Por tanto tuve que echar en la lavadora mi alma junto con mis pesadillas y una pizca de valentía, la mezcla perfecta, así volvería de nuevo a su color natural.

Crucé aquel inmenso mar que conectaba cerebro y corazón, tan peligroso como agitado, miles de barcos a la deriva, tantos "yo" habían intentado llegar al cerebro, sin supervivientes, como si un desierto acuoso se tratara, observé todos mis intentos fallidos por despertarlo. Me propuse llegar al otro lado del mar pero esta vez enserio. Éste "Yo" era realmente "Yo". 
Un fuerte viento me alejaba cada vez más de mi meta, y casi a punto de hundirme disparé una bengala de recuerdos, se reflejó en todo el mar, en todo el cielo, era como si llamara a la tempestad por su nombre, "miedo". Aquel viento fuerte cesó, como un perro obedeció las órdenes de su corazón, al fin y al cabo siempre ha sido él el amo del miedo, pues sólo él decide cuando dejar que entre en casa y cuando dejar que salga a pasear. 
Me planté delante del cerebro, y me entristeció ver en que estado se encontraba, me di cuenta que el origen de aquel mar era el cerebro, parecía un volcán de sueños, de ilusiones, un volcán de felicidad, que de tanto aguantar, explotó rompiendo en la parte más alta un cráter tan hondo que lo vació entero. 
Vi que estaba tan congelado que parecía una muralla de acero transparente, en el que se podía ver como si de un cine se tratara imágenes congeladas, podía ver lo último que pensé antes de congelarme. Me puse mi alma como abrigo y entré allí dentro, una maza de razón y un soplete de sentimientos destruían las capas mas duras y deshacían los escondites de los pensamientos, pero eso me llevaría demasiado tiempo... Pensé que podría provocar un terremoto en mi cabeza, ¿cómo?
La milagrosa y eterna sanadora música, así que me puse mis cascos, le di al "play" y... Todo aquello empezó a caer, cayeron rayos, el sonido de los estruendos rompía brutalmente el hielo, el corazón del cerebro volvió a latir tan fuerte que en segundos no quedaba rastro alguno del hielo y el mar se convirtió en océano. 
Corazón y cerebro se unieron para volver a introducir cada gota que fue expulsada en aquel inmenso tarro de proyectos y sueños. 

Corté las cuerdas de la sonrisa sujetada en las orejas, por eso sonreía tanto y escuchaba menos. Entonces le di motivos por los cuales volver a sonreír, le di razones para ejercitar sus músculos, y le arranqué aquel aparato de la sonrisa, destruyendo todo mecanismo. Lavé mis ojos con lágrimas artificiales llamadas realidades indoloras. 
Trabajé de dentro hacia fuera, terminando en mi piel, aboné y labré con "personalidad" todo lo que pude, planté con todo aquello que me sobró, todo aquello que fue echado, lo regué con aquellas lágrimas reales que derroché y creció una coraza de "aprender lecciones". Me juré que nada jamás podría atravesarme. 

Un año donde he comprendido que sólo buceando hasta el fondo no basta, hay que tocarlo y sólo así puedes impulsarte para salir a la superficie. 

Firmado Cuervo Blanco










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