El joyero sin joyas.

Una línea en vertical parpadeando constantemente, una mente en blanco. ¿Qué ocurre? Me siento como ese superhéroe que un día se levanta y pierde todo su poder. Como si me hubiera arrebatado la inspiración, vacío por dentro, un joyero sin joyas. Extraño sentimiento, desconcertado como en una oscura noche de niebla. Ya no escribo, ya no imagino. Pienso si es el tiempo, pero el tiempo nunca será capaz de introducirse en tu mente. Miles de historias que contar, pero no salen las palabras adecuadas. Miles de sitios que conocer, pero no salgo de aquí. Tal vez sea eso, tal vez esta cárcel me esté consumiendo. Todos hablan maravillas de Madrid, pero que contrario cuando llevas toda tu vida en esta gran ciudad. Rutina ¡exacto! Tal vez tenga que romper los esquemas, salirme del guión. Islandia, Irlanda, Inglaterra... no estoy hecho para habitar en un sitio fijo, no soy una planta, no soy como ese pez en un acuario, no. Mi corazón arde ansioso de viajar, pero estas cadenas no se rompen. Madrid contiene una magia capaz de atraparte y consumirte poco a poco, lentamente, no te das cuenta hasta que un día todo cambia. Todo tu alrededor cambia, tú cambias, hasta tu vista cambia, lo ves todo tan...dorado. Si, dorado. Cualquiera que conozca sus calles sabe de que hablo. Sus luces doradas cuando cae la noche, es como un sueño...o una pesadilla. Hay muchas historias que contar pero muchas veces con las personas equivocadas. Historias de amor...con las personas equivocadas. Dolores de tripa de tanto reír...con las personas equivocadas. Tantas fotos quemadas, tantas personas que una vez nos abrazaron...que triste ¿verdad? Demasiado joven para ser un solitario. Si este mundo solo ofrece maldad, masacre, traición, muerte... ¿Quién mejor que yo para acompañarme? Sentarme en una piedra en medio de un bosque mientras se refleja el sol de la mañana a través de las ramas de los árboles. Escuchar las hojas caer, acariciar el leve viento, respirar el olor a madera. Un río pasa a mi lado abriéndose paso entre varias rocas, su ruido. Un mejor amigo, uno que solo la muerte puede separarle de mi, mi fiel perro. Un cuaderno, un lápiz. Porque en cuanto puedo me escapo de la multitud, busco paz, busco tranquilidad. De verás mi fuente de inspiración reside en lo mas bello y profundo de la naturaleza. Mucho de lo que tengo no lo necesito, mucho de lo que los seres humanos tenemos, no necesitamos. Podría vivir en un bosque, en una cueva, cuatro trozos de madera, un fuego. Pero el 99% de las personas que habitan en este mundo temen lo que habita en la naturaleza cuando la naturaleza nos teme a nosotros. Hemos destruido tanto...y seguimos destruyendo el mundo por unos sucios papeles con números. Tanta sangre bañada en esos papeles, en esas monedas...se ha perdido el respeto a la madre naturaleza y ha tenido que sacar los dientes. Vivimos en un mundo en el que se paga por ver torturar a un animal. Curioso ¿verdad? Porque hace mucho siglos se hacía algo parecido, un gran coliseo, sangre en la arena, familias destrozadas viendo a papá como le cortaban la cabeza, viendo como a mamá la humillaban y la tiraban a los leones. Antes lo llamaban juegos, hoy en día lo intentan catalogar como un deporte. Parece que hemos olvidado todo ese dolor, todas esas familias, todos esos hijos huérfanos que ahora lo pagan con los animales. Destruir un bosque para levantar una lujosa urbanización que nunca será habitada. El sucio dinero es capaz de lo más cruel. El límite es la muerte, pero ese límite es la base, un circuito cerrado, solo la crueldad es capaz de juntar dos extremos opuestos. El mundo se hunde, las personas buenas mueren, la magia de la naturaleza se destruye y mientras hay gente que afirma que este gran vertedero es maravilloso. Si supieran las raíces que han tenido que ser arrancadas, lo pequeños corazones de aquellos animalitos, esos ríos que conducen lava verde...No odio este lugar, pues aquí me he criado, tengo grandes recuerdos, grandes buenos, grandes malos. Creo que todos hemos nacido con una cualidad en común, somos nómadas, somos inconformistas, no somos como ese ancla de aquel barco abandonado. Fijaros en cualquier objeto cuando lleva meses y meses incluso años en un sitio fijo, se pudre, se oxida, se estropea. Nosotros nos pudrimos de rutina, nos oxida el mismo sol en el mismo sitio, la lluvia en el mismo lugar, nos estropeamos el carácter. Todos necesitamos un cambio, el cambio que llene este joyero de joyas, que la fuente de inspiración vuelva a emanar ese líquido que refrigera la imaginación. 




Fdo. Cuervo Blanco

Comentarios

Entradas populares